El Mañana es un barco, un barquito. Un barquito que navega desde el libro “Mascaró, el cazador americano”, de Haroldo Conti. Un barquito que no naufraga aunque las tormentas le destruyan la máquina, y que nos lleva impulsado por el pecho fuerte de su Ángel Mascarón de Proa. En su cubierta se brinda, se canta, se lucha, se conspira: “El arte es una entera conspiración… Es su más fuerte atractivo, su más alta misión. Rumbea adelante, madrugón del sujeto humano”, nos dice Conti en Mascaró.